Pero mi mente soñadora y alucinadora que tenía me decía lo contrario.
Nunca lo acepte hasta que pasaron las horas, semanas y hasta meses.
No puedo negar que me hacen falta tus besos, tus caricias, tus abrazos,
tu voz protectora y consejera.
Te deje de soñar pero no dejo de pensar en cuanto te quiero y te amo.
A pesar de tu partida aprendí a enfrentar mis sentimientos, el miedo y el dolor,
pero siento que mi corazón ya no soporta tanto sufrimiento,
y hay algo que lo mantiene firme y es saber que en vez de llorar puedo reír…
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