Y tú me preguntaste un día
que si yo tenía tristezas en mi vida,
¡claro que sí!, y me lastiman mucho el alma
y yo no sé qué hacer, y aunque nunca lo diga
me entristece saber, que esta doliente calma
con la que vivo en apariencia, gime con ternura
y que en mi apagado corazón, ya no hay alegrías
y que la melancólica armonía
en un suspiro con el aire se desaparece
y que llega misteriosa en la noche serena
y que delira con el girar del viento
y que toda esa soledad que me inspira el llanto
se esfuma al percibir que con divino encanto
se aleja la tristeza y se olvidan las penas.
Enviado por: Anónimo
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