Dicen que caminaba en su mundo de fantasía, un hombre que dejaba sus pisadas tristes como recuerdos, porque había olvidado la realidad, y con paso lento y sus palabras retorcidas llenaban de risa al que lo viera pasar, dejando un recuerdo entre las bocas venenosas, la burla del dolor que llevaba por dentro, pero un día unos curiosos que estaban en una esquina dijeron:
- Mira cuando pase ese loco, que habla viendo al cielo, y como si el viento le respondiera y las ramas de los arboles le aplaudieran, como si ellos le entendieran lo que él dice.-
- Mira cuando pase ese loco, que habla viendo al cielo, y como si el viento le respondiera y las ramas de los arboles le aplaudieran, como si ellos le entendieran lo que él dice.-
En ese momento se les acerco a los dos amigos que lo criticaban y les dijo:
- Si fueras mi hermano, me ayudarías y me dieras un pedazo de pan, pero como no soy nada tuyo me señalas con el dedo, como si yo te debiera algo.-
Y siguiendo su camino, con el pelo alborotado y haciendo ademanes por todos lados como si supiera que el destino es un misterio y la creación un verbo del que nadie se podrá librar de un castigo, y nadie podrá ser libre de caminar por un laberinto, y persiguiendo aquel espejismo para encontrar el tiempo perdido. Aunque su piel y su rostro reflejan cansancio por tener un mundo de fantasía, es como tinieblas en medio del desierto, viviendo en silencio de aquel día que cambio su vida, llevando en sus hombros la risa, la burla y la ironía, que pequeños y grandes lo castigan con su desprecio, y llamándole con el nombre favorito de todos, "el loco" mas no saben que él tiene el alma mas blanca y el corazón virgen por vivir en un mundo de fantasía y que nunca pido vivir.
Moraleja: Nunca señalemos a los demás, porque cuatro dedos nos señalan a nosotros mismos.
Autor: Mauricio "Maury" Olivares
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