Hay una mujer que tiene algo de Dios
porque en su corazón lleva un inmenso amor
y la ternura de un ángel
para poder cuidar a los demás
y sin poderse quejar
puede trabajar con todas las fuerzas de una joven
aunque en su pelo y su piel dormida se refleje sus años
de los maltratos de la vida y el cansancio en sus pasos
que aunque sea pobre no le importa
porque sabe vivir en la simplicidad de las cosas
y que despierta en ella la alegría silenciosa
cuando ve a los suyos que están felices
que daría su corazón entero para que no pudieran sufrir
la ingratitud del destino
y que cuando ve a un niño llorar su alma se parte en dos
para poderle limpiar sus lágrimas
con sus manos benditas que son un bálsamo
para poder curar aquella tristeza o aquella herida.
Esa mujer, que nos a llenado de caricias y besos
y que da hasta su vida propia para que podamos vivir.
Esa mujer, que cuando está en vida, no la sabemos apreciar.
Esa mujer que cuando muere
nos recordamos que existe
y que diéramos hasta lo más preciado de nosotros
para poderla ver aunque sea un segundo
y sentir su aroma fresco de una Santa
para poder decirle... te quiero... te amo madre mía.
Autor: Mauricio "Maury" Olivares
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