y le pedí a Dios que te cubriera con su manto
para que te cuidara donde te encuentres.
y escuche una voz que me decía:
- No te preocupes, que a ella siempre la tengo en el hueco de mis manos.
Y en ese momento escuche una sonrisa sublime y me dijo de nuevo:
- No te preocupes que cada oración que eleves cada día la protegeré porque sé que la amas con todo tu corazón.
Y yo le dije de nuevo:
- Gracias Señor bendito, porque esa persona que tú tienes en tus manos, la amo demasiado.
De nuevo escuche la sonrisa sublime y dulce y me dijo de nuevo:
- Si tú la amas con todo el corazón, yo la amo con toda mi alma.
Autor: Mauricio "Maury" Olivares
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